Poesía: el vaiven del tiempo de una dama
Dormía palideciendo en mi rostro
Dibujando caras blancas que iluminaban la noche desolada,
Queriendo encontrar una sombra entre las sombras
Que ahuyentara los temores de su corazón aletargado.
Un retraso colmaba su espíritu, promoviendo la desdicha
Y construyendo columnas desquiciadas por una vida perdida.
No sabía cuantas aguas cristalinas esos ojos habían derramado
Pero si sabía el río de amargo sabor que brotaba de su pecho apagado
Vientos poblaban las dulces caricias que el tiempo se llevó
Y que su mano nunca agarró
Vientos de una mañana que desapareció y que jamás regresó.
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