jueves, julio 20, 2006

La amistad

Esa palabra tan cargada de sentimientos, ¿qué es un amigo?, curiosa pregunta para ser tan corta, y aunque parece simple de responder, yo más bien diría que no lo es tanto. Hoy en día el encontrar un amigo es complicado, podría decirse que cuesta el definir el que es o el que no lo es, muchos asocian la amistad con el tesoro más preciado que haya podido existir, lo cierto es que de hecho lo es. Supongo que cada uno tendrá su propia definición, y es que en el fondo, todos somos como diccionarios andantes que manejamos nuestras propias definiciones, quizás es una burda metáfora pero si lo pensamos por un momento es cierto, nadie es dueño de nuestros ojos sino nosotros mismos es por ello que adaptamos la realidad según lo que creemos. Ahora, volviendo al tema, para mí, un amigo es aquel que te dice las verdades a la cara, te da apoyo cuando más lo necesitas, tendiéndote la mano incluso cuando te niegas a tomarla, y lo más importante sabe perdonarte cuando cometes fallos, porque él también es humano y en su momento los cometerá o los ha cometido. Pero no todo es dar por parte de un amigo, éste también necesita recibir por tu parte, porque al igual que tú, requerirá de tu ayuda, y no como si esto fuera una especie de trueque de favores, no la amistad no es así, la amistad para ser amistad debe ser desinteresada. Aquí cobra importancia el ofrecer sin esperar beneficio alguno, porque el mayor beneficio es poder contar con ese alguien con el que compartir las alegrías y tristezas que la vida cada día nos muestra.

lunes, julio 17, 2006

El silencio de los gritos (continuación)

Hace días que escribí la primera parte de este relato, aquí va la continuación, poco a poco se irá desvelando el misterio de este internado. Tanya te dije que te lo iba a dedicar y lo prometido es deuda, así que ahí va:

Mis pies casi no reaccionaban pero como pude me dirigí al comedor, allí justo al fondo, observe una figura paralizada, era Marta, una de nuestras cuidadores, que miraba la pared en la que se podía leer una frase escrita con un líquido, que no sabría determinar exactamente lo que era. La frase decía; Recuérdame y no tengas miedo de olvidar todo lo demás, firmado R.

Por un momento no estaba seguro sobre qué hacer, si ayudar a Marta o ir corriendo a avisar a Nacho para contarle lo sucedido, pero viendo la cara de aquella pobre mujer opté por lo primero. Intente tranquilizarla diciéndole que aquello debía de ser una travesura de alguno de los chicos, que no tenía mayor importancia. Su sonrisa delataba comprender mis palabras pero no creérselas del todo, quizás no había sido muy convincente pero es lo único que en ese momento me vino a la mente. De pronto se oyeron unos pasos, muy lentos, pausados y firmes, era el Director, Ernesto Landívar. Sus cabellos grisáceos, junto con los surcos que cubrían y realzaban sus facciones, dejaban ver los años que la vida le había arrebatado. En su juventud había sido un afamado empresario que por caprichos del destino acabo dirigiendo un internado situado en el más remoto rincón de la tierra, un pueblo de esos en que alguna vez se dijo su nombre pero jamás se volvió a escuchar.

Don Ernesto se dirigió a mí con cara de furia como si pensara que el culpable de todo aquel alboroto hubiese sido yo. Por suerte, Marta supo reaccionar contándole que justamente al levantarse y dirigirse al comedor para revisar que todo estuviera en orden para el desayuno, se había encontrado esa especie de pintada en la pared. Don Ernesto se calmó pero como animal de viejas costumbres se negó a darme una disculpa y a gritarme que no debería estar allí y que inmediatamente volviera a mi habitación. Todo aquello me hizo pensar, la primera reacción de aquel hombre había sido de furia y no de asombro como había ocurrido con Marta, tal vez Don Ernesto ocultaba algo que tarde o temprano descubriría.

Una hora más tarde, nos llamaron para decirnos que ya estaba todo listo, para el desayuno, pero que hoy no comeríamos en el comedor sino en el patio. Estaba más que claro que todo lo sucedido se quería guardar como el más estricto de los secretos. El director me llamó a su despacho, media hora después del desayuno, mi corazón me decía que de seguro todo iba relacionado con la pintada. Nada más llegar, toqué en la puerta y seguidamente se oyó una voz que me decía: Pase, señor Alvárez.

Don Ernesto se encontraba hojeando unos papeles que tenía encima del escritorio de madera maciza que le habían traído la semana pasada. Empezó a darme una charla sobre la palabra confidencialidad, las consecuencias de nuestros actos y el significado de lo que suponía guardar un secreto. Mientras tanto, yo asentía a todo lo que aquel hombre me decía, su mirada me daba fe de que aquello que había pasado no era un simple acto vandálico de algún alumno enfurecido por sus notas. Tras un largo rato, sin casi ofrecer un pestañeo por mi parte, la conversación terminó y me pude marchar no sin antes, escuchar tras unos segundos de haber cerrado la puerta del despacho, que el director hacía una llamada y que de su boca salía: ¡No entiendo cómo ha podido pasar!... No, no podemos reunirnos, por lo menos por el momento, te llamaré en cuanto me sea posible...

Nada más oír eso tuve aún más la sensación de que este asunto no podía traer nada bueno, ¿a quién llamaba el Director?, y sobre todo ¿quién era R? y ¿qué papel jugaba en todo esto?


jueves, julio 06, 2006

Todo en un y si...

No siempre todo sucede a nuestro antojo, como lo planeamos, como lo habiamos soñado, la relatividad de las cosas así nos lo demuestra. Para muchos somos puntos que cubren el día a día y que expresan todo aquello que sienten y padecen y cuyo momento de existencia, solo dura lo que dura un parpadeo de cada uno de nuestros ojos. Sinceramente nunca sabré el porqué de todo esto, creo que nadie lo sabe a ciencia cierta, simplemente se dejan llevar por lo que sucede y no buscan motivos para ello, aunque como siempre mi vena inconformista me arrastra a acabar pensando una y otra vez en este tipo de cosas y es que no hay nada que no tenga un motivo que resuelva las incógnitas que aparecen constantemente en el camino: y si hubiera hecho esto que hubiera pasado, y si hubiera dicho, y si y si ... toda la vida se compone de un y si.. paralelo a nuestros actos. O quizás todo esto sea parte de esa línea que nos trazamos cada día y que posteriormente borramos cada vez que la noche nace para dar paso a esos sueños que tanto anhelamos. ¿Ustedes que creen? ¿Hay motivos para que las cosas sucedan como suceden?