martes, julio 24, 2007

El verdadero amor (2ª parte)

Importante: Leer la primera parte antes

La aceptación de todo lo que el otro es: Para aceptar a la otra persona tal como es, se necesita conocerla realmente. El conocimiento de otra persona se logra a través del trato frecuente; y por trato no entiendo el mero hecho de estar juntos, pues si así fuera, estaría en grado de conocer al conductor del autobús 33 que pasa por mi casa y que tomo con frecuencia… Hablo de un conocimiento profundo, de un compartir pensamientos, ideas, sentimientos… ¿qué piensas de esto?, ¿cómo te gustan este tipo de cosas?, ¿qué significa esto para ti? Conocer a una persona se logra a través de la escucha. Escuchar al otro con interés, con atención, sin estar más pendiente de si el camarero derramará el líquido cuando me sirva que de las palabras de mi acompañante.


Cuando se da este conocimiento profundo de la persona, puedo llegar a aceptar todo lo que el otro es. Puedo aceptar sus repentinos disgustos y enfados porque entiendo qué los provoca; puedo aceptar su mal humor en las mañanas o cuando regresa de la oficina, porque sé de dónde vienen; puedo comprender que él necesite momentos de silencio o de estar solo… en fin, puedo aceptarlo tal como es.

La aceptación de todo lo que el otro ha sido: Un noviazgo con una persona inicia en un momento determinado; pero antes de ese momento, ha habido otros momentos que han estado llenos de experiencias, de alegrías, de tristezas, de errores y aciertos, y que no pueden ser ignorados porque forman y son parte de la persona que tengo delante. Es verdad que el pasado no determina, pero sí configura. En las conversaciones entre los novios debería ir saliendo poco a poco la propia historia contada con sinceridad y sin miedos. No olvidemos que el verdadero amor es capaz de perdonar y de olvidar.

Conocer el pasado ayuda también para ver qué pasos se pueden dar juntos hacia el futuro, donde la carga ya no la lleva uno solo sino los dos. Cuántos matrimonios se han roto al iniciar con las palabras “yo no sabía…”. El miedo a perder a una persona no nos puede llevar a engañarla, pues por una parte le estaremos haciendo un gran daño, y, por otra, si al contarle algo nos abandona quiere decir que su amor no era tan grande y, quizás, tampoco tan auténtico.

La aceptación de todo lo que el otro será: Si el novio es estudiante de medicina, debo saber que me casaré con el hospital; que habrá días y noches en que él estará ausente, que quizás los temas de conversación girarán en torno a la salud y la enfermedad “de otros”, que llegará cansado y de mal humor para salir a cenar, etc. Me caso con un hombre, es verdad, pero que tiene una profesión, unos amigos a los que les gusta mucho la cerveza y ver el fútbol, una familia que le habla demasiado seguido por teléfono y que quieren que vaya a su casa con más frecuencia… Se solía decir que los niños nacían con un pan debajo del brazo…; el que se casa, además de un marido o una mujer, se lleva un baúl de sorpresas. Pero todas ellas ya quedaron pensadas y ponderadas durante el noviazgo. Ya hubo diálogo y conversaciones sobre ello, ya hubo acuerdos basados sobre la realidad de lo que los dos somos capaces de hacer y de renunciar.

La aceptación de todo lo que el otro ya no podrá ser: Quizás sea éste el punto más interesante. El noviazgo debe ser realista. El verdadero amor es ilusionado, pero no ilusorio. Cuántas veces nos podemos topar con quienes dicen “él es así, pero yo lo voy a cambiar”… Sueños inconsistentes que echan a perder la felicidad de muchos. Según los expertos, es más fácil aprender nuevos comportamientos cuando somos pequeños que cuando somos grandes. El noviazgo no es una excepción. No podemos pasar la vida esperando que él o ella sean diferentes; a veces, después de mucho tiempo se llega a descubrir que él no estuvo nunca dispuesto a cambiar o que, simplemente, no sabía que ella deseaba que cambiara.

Acepto y quiero lo que él o ella son ahora, en este momento, en cada momento, pues no puedo asegurar que mañana sea igual. Quizás mañana habrá unas canas de más, unas arrugas de más, una enfermedad, una pérdida de empleo… Pero nada de eso puede cambiar el verdadero amor, porque yo amo en ti lo que tú eres, lo más profundo de ti mismo, esa intimidad que sólo conocemos y compartimos tú y yo. Ese es el amor que permite seguir amando aun cuando ella no sabe quién soy yo, pero yo sé todavía muy bien quién es ella.

El verdadero amor (1ª parte)

Hoy pondré un texto que leí acerca del verdadero amor y una reflexión que hicieron de ese texto que me encantó, espero que ayude a todo el que lo lea:

Una enfermera recibió en la clínica a un hombre de cierta edad que necesitaba que le curasen una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y, mientras le curaba, la enfermera le preguntó qué era aquello tan urgente que tenía que hacer. El hombre le contó que su mujer vivía desde hacía ya algún tiempo en una residencia de ancianos, ya que tenía un Alzehimer muy fuerte, y él iba todas las mañanas a desayunar con ella.

Mientras le terminaba de vendar la herida, la enfermera preguntó: – ¿Su esposa se alarmaría mucho si usted llega tarde esta mañana? –. –No– respondió el hombre–, mi mujer no sabe quién soy. Hace cinco años que ya no me reconoce–. La enfermera, algo extrañada, le dijo: –Entonces, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas? –. El hombre sonrió y le dijo: –Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella–. Después la historia terminaba con esta hermosa reflexión: “El verdadero amor no se reduce a lo físico o a lo romántico; el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya nunca podrá ser”.

Se ha idealizado tanto y se ha manipulado tanto el amor en nuestros días que hemos hecho de él una caricatura y ya no sabemos qué es el verdadero amor. Pienso que un momento maravilloso para poder descubrir este amor es el noviazgo; pero, desgraciadamente, muchos jóvenes no tienen la menor idea de lo que esta palabra significa. Algunas parejas reducen su noviazgo al binomio pelea-reconciliació n. Discuten, muchas veces por pequeñas cosas que podrían solucionarse con un poco más de diálogo y también de madurez; se separan y luego se vuelven a reconciliar… y así se la pasan y se les pasan los meses y hasta los años. Un buen día se casan, y ¡oh, sorpresa! “mientras fuimos novios él (o ella) no era así”. Probablemente sí era así, pero no hubo tiempo de noviazgo real para comprobarlo.

Y es que el noviazgo tendría que ser realmente una escuela de amor. La escuela en la que dos jóvenes se conocen a fondo y aprenden a amarse de veras, a desprenderse de sí mismos para darse al otro y dar vida a otros, sus futuros hijos. Podemos casi decir que de un buen noviazgo depende un buen matrimonio. Quizás alguna persona leyendo este artículo podría decir “pues yo tuve un noviazgo muy corto y ya llevo muchos años casada”… Y no tengo nada que discutirle, pues un buen noviazgo no es cuestión de tiempo, sino de “calidad”. Yo he conocido alguna pareja con diez años de noviazgo y uno de matrimonio… ¿Qué pasó? ¿En qué se fueron esos diez años?

La calidad de un buen noviazgo consiste en ser sinceros el uno con el otro, en aprender a donarse mutuamente, en aprender a ceder, a compartir los gustos del otro, a conocerse mutuamente y aceptarse. Efectivamente el amor verdadero, como decía al inicio, no se reduce a lo físico o a lo romántico. No es cuestión de que él sea un adonis y ella una afrodita, pues sino, ¿qué sucederá con el paso de los años?

lunes, julio 23, 2007

Poema: Amor en el tiempo

El amante sobrecogido hizo frente a su amor desmedido,

Curó con palabras ausentes las heridas vivas de su pasión ardiente,

Dejándose llevar por la locura y la sinrazón aparente,

Navegó entre aguas que le mostraban paisajes latentes de imágenes recurrentes.

Un viejo en su espejo se reflejó,

Demostrándole que la edad a él le poseyó,

Pero el espíritu nunca jamás de su corazón se alejó,

Otorgándole la dicha de amar sin condición.

Pruebas que perturban su fe aparecen con cada brillo del atardecer,

Ya nada ni nadie está con él porque solo le acompañan las últimas líneas

De un latir escritas a fuego en su piel.

Primeros pasos de un final que un principio dejó caer,

Se apoderan rápidamente de sus ojos dándole una ceguera de poder,

Las fuerzas se le acaban y no puede retroceder,

Perdiéndose entre las almas de aquellos que una vez estuvieron con él.


lunes, julio 16, 2007

Poema: Tu realidad

Navegue entre tus promesas rotas,
Entre tus palabras escritas con tinta de desconfianza,
Mintiéndome a mí mismo,
Aguardando con fe un vestigio de realidad en todo tu ser,
Dándome cuenta de la crueldad de tu verdad, de tus palabras envenenadas
enviadas en dagas disfrazadas de hipocresía,
que me vendías como milagros de esperanza y ejemplos de vanidad.
Crecí y viví y conquisté la mitad de ese mundo que creía ajeno a la maldad,
Pero el vacío me consumió por tus actos tan despiadados, eso si que era una obviedad.
Nadie sabrá lo que es experimentar esta sensación de sueños resquebrajados,
Nadie lo sabrá porque contigo desaparecerán y el camino que dejes tras de ti,
el viento lo borrará, como borró de mi rostro aquella felicidad que a tu lado
me quisiste hacer llegar.

viernes, julio 13, 2007

Poema: Un día llegará



Confundes las palabras con gestos de miradas perdidas,

Enloqueciendo entre lágrimas derramadas en hombros desnudos,

Luchando con tus brazos para romper las barreras de tu amarga soledad,

Comprendiendo que ya solo el dolor ocupa todo tu lugar,

Cansada de querer, de recordar las noches que del pasado no quieren volver,

Gritando con ansias para una sonrisa nuevamente recobrar,

Cortándose tu voz por las punzadas que sufre tu malherido corazón,

Tristeza es la forma que adopta tu ser, empeorándose con cada amanecer,

Una esperanza deseas poder encontrar y quizás quién sabe, tal vez mañana

la llegues a alcanzar.

miércoles, julio 11, 2007

Nuestros ladrones


Hoy me gustaría tomar como referencia una fabula china para hablar de lo que en estos días me ha rondado por la cabeza;

La Sospecha

Un hombre perdió su hacha; y sospechó del hijo de su vecino. Observó la manera de caminar del muchacho –exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven –idéntica a la de un ladrón. Observó su forma de hablar –igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable de hurto.

Pero más tarde, encontró su hacha en un valle. Y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho le parecían muy diferentes de los de un ladrón.

Muchas veces en la vida nos topamos con nuestros ladrones particulares, temores que se convierten en impedimentos que nos frenan a la hora de disfrutar cualquier acontecimiento, por muy bueno que sea, que nos suceda y adoptan cualquier forma a nuestro alrededor, formas que escapan de nuestra vista, pero no por ello dejan de estar ahí. Estos ladrones son nuestros deseos, nuestros sueños, que en definitiva son sentimientos positivos que nosotros mismos convertimos en dañinos por creer que nunca serán alcanzados o logrados.

El ser humano está dotado de una infinitud de posibilidades pero casi siempre tiende a contarlas con los dedos de una mano, olvidando que si mirara un poco más allá, acabaría descubriendo que todo lo que se propusiera no es un imposible sino un porqué no?...yo soy capaz…y es que todos ocupamos un lugar en este mundo y nadie puede quitarnos de él porque es el que nos ha tocado y con fuerza lo tenemos que proteger.

viernes, julio 06, 2007

Cuento de las cartas de amor (Fragmento)

Quiero poner un fragmento de un Cuento de Eduardo Galeano contado por Ismael Serrano, que mezcla humor y tristeza por un amor que se va ...

Cuento de las cartas de amor

...Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está perdidamente enamorado de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se conocieron por casualidad. Los momentos importantes suelen coincidir casi siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que acabo de decir, pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo:

- “Sabes, creo que me tengo que ir durante un tiempo”,
- “Yo te iba a decir casi lo contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida”, y ella dijo:
-“No te preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo este camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré una carta en la que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo lo mucho que te echo de menos, y todo lo poco que nos falta para vernos”.

Él dijo que bueno, que vale:

-“Pero que si no te vas casi mejor, ¿no?”.

Pero se fue.

Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase, que no era cierto aquello de que un clavo saca otro clavo, que a veces es cierto que los amores a primera vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.

A los quince días puntualmente llegó la carta de ella, toda llena de besos y de caricias, de te echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba las cartas con mucho cariño encima de la mesilla. Pasaron quince días, y otros quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se iban acumulando. Y su vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón y encontrar la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que ella le diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas casi no cabían en la casa, se compró una gran caja fuerte para guardar todas las cartas, porque eran su gran tesoro, porque vivía para leer las cartas que ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron creo que diez años, quince, no me acuerdo.

Y un día ella, sin saber como ni porqué, dejó de escribir, y al quince día él se encontró el buzón vacío, y el alma partida en dos.
Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro.
Un día él salió de casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su casa. Al ver allí la gran caja fuerte no se lo pensaron dos veces, porque pensaron que debía esconder algún gran tesoro, grandes riquezas, y realmente no era. Y se llevaron la gran caja fuerte.

Imagínate la desolación de nuestro protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta que le han robado lo que más quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo cuando no sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas quién sabe si falsas.

Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este era el caso. Pero imagínate la cara de los ladrones cuando abren la caja fuerte y se encuentran montones de cartas de amor, declaraciones imposibles. El jefe de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y llevarla a la guarida no era moco de pavo.

Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las calles de su ciudad, con la esperanza de encontrar alguna carta, o a alguien que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido sin saber ya qué hacer.

El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que hacer era tirarlas al río o quemarlas, lo que fuera, pero que desaparecieran de inmediato. Pero el más joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una gran idea.

Un día, nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda una tarde, y al abrir el buzón ¿Adivina lo que se encontró?... Una carta. Los ladrones habían decidido mandarle las cartas tal y como ella se las había mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden.
Ahora él resucitaba con la esperanza de revivir aquellos momentos, aquellos momentos en los que quizá un día leería la carta en la que ella diría:

Pronto estaré allí”.

Poesía: el vaiven del tiempo de una dama

Dormía palideciendo en mi rostro

Dibujando caras blancas que iluminaban la noche desolada,

Queriendo encontrar una sombra entre las sombras

Que ahuyentara los temores de su corazón aletargado.

Un retraso colmaba su espíritu, promoviendo la desdicha

Y construyendo columnas desquiciadas por una vida perdida.

No sabía cuantas aguas cristalinas esos ojos habían derramado

Pero si sabía el río de amargo sabor que brotaba de su pecho apagado

Vientos poblaban las dulces caricias que el tiempo se llevó

Y que su mano nunca agarró

Vientos de una mañana que desapareció y que jamás regresó.

martes, julio 03, 2007

Poema: Solo Piedras




Son solo piedras las que recorren tu camino,

comprendiendo con su chocar

el porqué de las lágrimas que se derraman en tu pasar.

Son solo piedras las apariencias que evocas con tu destino,

endurecidas por las capas de lamentos que amargan tu más fiel argumento.

Son solo piedras, porque así tú lo has querido,

convirtiendo tus sentimientos en dagas sin sentido,

que por hacer, solo hacen dolor y eso es algo que escapa

de mi razón.

Un nuevo día aparece ya en tu corazón

y es un día en el que tú y yo solo encontramos palabras que significan perdón.

El tiempo ya recorre con su esplendor,

rozando con sus manecillas los minutos que nos dijeron adiós.

Ahora juntos, atados por un lazo que se convierte en nuestra unión

seguimos los surcos que dejaron nuestros recuerdos creando una ilusión.